En muchos barrios de Zúrich, lxs inquilinxs se organizan contra la demolición de viviendas y el desplazamiento de la población a causa de la gentrificación. No podemos confiar en la socialdemocracia y las cooperativas de vivienda para llevar adelante esta lucha.
El siguiente artículo se publicó en la edición especial del Primero de Mayo del grupo Autonomía Organizada Zúrich (OA).
4 de noviembre de 2023: más de cinco mil personas se reúnen para manifestarse contra la crisis de la vivienda, a pesar de temperaturas sobre cero grados y una lluvia torrencial. Esta manifestación fue el punto culminante provisional de un año muy agitado en el ámbito de la política urbana. En febrero de 2023, unas tres mil personas se tomaron las calles para expresar su indignación por el desalojo de la casa okupa «Koch Areal». Además, varios edificios fueron ocupados como parte de la campaña «Vamos a okupa todo» («alles wird besetzt») y lxs inquilinxs de muchos barrios de Zúrich se están organizando contra la venta de sus viviendas, el aumento de los alquileres y los desahucios.
Nuestra crisis, sus ganancias
En la ciudad de Zúrich, la tasa de viviendas vacías en 2023 era de apenas 0,06%, es decir, 144 departamentos. Tan sólo el año pasado los alquileres subieron un 6%. Este aumento ha sido vertiginoso desde 2005: los precios aumentaron un 15% para los alquileres en vigor y hasta un 39% para nuevos contratos. Los precios excesivamente altos de los alquileres con nuevos contratos afectan sobre todo a quienes ya no pueden permitirse vivir en sus viejos departamentos después de que estos hayan sido renovados y por ende el alquiler haya aumentado. Son también estas las personas que no pueden encontrar una nueva vivienda en la ciudad.
Mientras tanto, el capital inmobiliario se encuentra en plena fiebre de ganancias. A lo largo y ancho de la ciudad, se renuevan o derriban viviendas asequibles para ganar más dinero con pisos de lujo y nuevos edificios. La propiedad inmobiliaria es considerada una «inversión segura» con potencial de revalorización, razón por la cual bancos, aseguradoras y fondos de pensiones invierten su capital en este sector, sobre todo en tiempos de crisis. Los inversores institucionales compran inmuebles y los renuevan hasta más no poder, provocando el aumento del precio del alquiler. El mayor propietario inmobiliario de la ciudad es el banco UBS, seguido de la aseguradora Swiss Life. Con nuestros alquileres les pagamos sus ganancias.
La gentrificación es un modelo de éxito de la socialdemocracia
También los partidos de izquierda -sobre todo el Partido Socialista (SP por sus siglas en alemán)- han descubierto la crisis de la vivienda como tema electoral. Vociferan a todo pulmón sobre la crisis habitacional y han lanzado varias iniciativas municipales y cantonales. Sin embargo, la ciudad de Zúrich lleva treinta años gobernada por una mayoría verde-izquierdista. Esta mayoría no ha adoptado medidas contra la gentrificación, sino al contrario, la profundizaron pues es su modelo de éxito.
En los años 90 y principios de los 2000, la ciudad de Zúrich atravesaba una crisis. Entre 1998 y 2002 se perdieron 40.000 puestos de trabajo. Los que a pesar de todo podían permitírselo se mudaron a la aglomeración, mientras que Zúrich se convirtió en una ciudad habitada por gente pobre, ancianxs, desempleadxs y migrantes. No obstante, esto también conllevó a que lxs habitantes de la ciudad dispusieran de alquileres baratos y mucho espacio, coincidiendo este periodo con el auge del movimiento okupa.
Actualmente, el gobierno municipal rojiverde ha invertido mucho para que Zúrich volviera a estar a la altura de los tiempos: para contrarrestar el desplazamiento que tuvo lugar a causa de la fuga de la industria, atrajo a empresas de servicios, sobre todo del sector financiero e informático. Un ejemplo para este desarrollo es el conocido «Technopark» situado en el oeste de Zúrich. La ciudad también ganó importancia como una región con una buena oferta en materia de educación y servicios de salud. Gracias a los puestos de trabajo que se generaron, más personas con altos ingresos volvieron a mudarse a Zúrich.
Sin embargo, por otro lado, la gente pobre fue desplazada del paisaje urbano: se remodelaron las plazas públicas, se amplió la vigilancia con cámaras de seguridad y cada vez más trabajadorxs sociales y policías se encargaron de lxs drogo-dependientes, trabajadoras sexuales, personas sin hogar y mendigxs. La escena abierta de la droga en los alrededores del Letten fue erradicada. Es allí, en el distrito 5, donde más han subido los alquileres en los últimos 15 años.
El Partido Socialista y el Partido Verde siguen aplicando hasta hoy exitosamente la tal llamada política de la localización económica-empresarial, es decir, una política centrada en atraer empresas y residentes de alta fuerza económica. Google es el ejemplo más claro de este desarrollo. Las entidades institucionales encargadas de fomentar el desarrollo económico de la ciudad y el cantón de Zúrich hicieron todo lo posible por atraer a la empresa estadounidense. Le ofrecieron beneficios fiscales y un fácil manejo de cuestiones administrativas, como por ejemplo la obtención de visas de trabajo. Para ello se creó un servicio de atención especial para la empresa estadounidense, el tal llamado «Google Desk», en la administración municipal. Mientras que lxs refugiadxs se ven confrontadxs con búnkeres, arbitrariedades administrativas y controles policiales, para atraer a grandes empresas se facilita y acelera la concesión de visas laborales.
Con Google llegaron a Zúrich miles de «Expats», es decir, expatriadxs con altos ingresos, lo cual ha aumentado enormemente la demanda de pisos costosos y de apartamentos de negocios. Para el gobierno de la ciudad, este desarrollo es positivo, ya que implica más impuestos sobre la renta y un auge inmobiliario. Sin embargo, el precio lo pagan todos lxs inquilinxs cuyos departamentos se ven sujetos a una renovación de lujo.
¿De qué lado están las cooperativas de vivienda?
El desplazamiento no sólo afectará a la gente más pobre, sino también cada vez más al entorno socialdemócrata y verde de clase media. La resistencia contra la gentrificación es cada vez más amplia, por lo que el PS y los Verdes se ven presionados a presentar alguna solución al problema de la vivienda. Su propuesta política se centra principalmente en la construcción de viviendas cooperativas. En Zúrich este tipo de viviendas es relativamente alta y seguirá aumentando. La socialdemocracia y las cooperativas de vivienda están estrechamente vinculadas, herencia de una época en la que el PS aún estaba anclado en el movimiento obrero.
Sin embargo, precisamente las cooperativas están desempeñando un papel importante en la crisis de la vivienda. Esto puede observarse en Schwamendingen, por ejemplo. En este barrio a las afueras de Zúrich durante la posguerra se construyeron muchas viviendas para lxs obrerxs que trabajaban en las fábricas de Oerlikon. Hoy en día, estas viviendas son bastante viejas, pero baratas. Mucha gente con pocos ingresos, migrantes, personas mayores y familias viven en ellas. Al gobierno municipal de la ciudad de Zúrich le gusta proclamar que en Schwamendingen la gentrificación no es un problema, ya que muchas casas pertenecen a cooperativas. No obstante, la realidad es otra: se esta desalojando y demoliendo complejos enteros de casas, los cuales son sustituidos por nuevos edificios, cuyos alquileres son demasiado costosos para lxs actuales inquilinxs. Mucha gente no saben adónde ir. Las cooperativas afirman ser «sostenibles», «sociales» y «ecológicas», pero echan a sus inquilinxs sin ofrecerles otra vivienda.
Al igual que en otros barrios, lxs habitantes de Schwamendingen también se oponen a este desarrollo y se organizan, por ejemplo, en la asamblea de inquilinxs llamada «Mietenplenum». En abril, más de un centenar de personas participaron en una concentración en la plaza Schwamendingerplatz. Durante el evento se habló sobre diferentes posibilidades para combatir el aumento de los alquileres y la escasez de vivienda: Apoyo mutuo en la búsqueda de vivienda, enviar de forma simbólica masivamente aplicaciones de vivienda para que el gobierno se de cuenta de la cantidad de gente que necesita una casa, o realizar peticiones políticas, entre otras. Asimismo, también hubo quienes propusieron que simplemente habría que expropiar a las empresas inmobiliarias y ocupar las casas vacías.
Fomentar la resistencia en los barrios
La apropiación autónoma de vivienda -es decir, la ocupación- es una de las mejores formas de combatir la escasez de vivienda. Sin embargo, el gobierno de la ciudad ha endurecido recientemente sus políticas de desalojo y está haciendo todo lo posible para impedir la ocupación de casas vacías. Este también es un ejemplo que demuestra de qué lado están el PS y los Verdes.
Otra forma de resistencia que aún no ha sido aplicada en Zúrich es la huelga de alquiler, en la cual lxs inquilinxs deciden no pagar todo o una parte de su alquiler. En Italia, en la década de 1970, se utilizó esta forma de lucha denominada «autoriduzione», para bajar los costos de los gastos adicionales de forma autónoma. En algunas ciudades europeas también existen redes de inquilinxs que intentan evitar los desahucios forzosos. Estos desahucios suelen producirse de forma silenciosa. Hacerlos públicos y movilizar al vecindario para impedirlos, los hace visibles y fomenta la solidaridad en el barrio.
El movimiento por la vivienda de Zúrich puede aprender valiosas lecciones de las experiencias de las numerosas iniciativas y luchas que se están llevando a cabo en la actualidad. La resistencia a la crisis de la vivienda seguirá intensificándose y las luchas serán cada vez más intensas. Nosotroxs queremos centrarnos siempre en la autoorganización de la clase proletaria. Porque para que algo cambie fundamentalmente, el movimiento debe ampliarse hasta convertirse en un movimiento de clase.
La gentrificación es un ataque del capital contra el proletariado. Pero no olvidemos: La crisis de la vivienda no es un fenómeno aislado, es parte del capitalismo en crisis. Es decir, que la crisis de la vivienda se enmarca en la crisis de la reproducción social. La subida de los alquileres va de la mano de la subida de los precios de los alimentos, del aumento de los costes energéticos y del encarecimiento de los seguros médicos. A esto se le suma la flexibilización y precarización de las condiciones laborales. Cada vez somos más lxs que tenemos dificultades para ganarnos la vida.
Por lo tanto, las luchas contra el aumento de los alquileres deben estar ligadas a las luchas por mejores salarios, por unos costos de vida asequibles, por acceso a la atención social y médica, por la autodeterminación corporal, la libertad de movimiento y el derecho de permanencia para todxs. Es evidente que no podemos confiar en las promesas políticas, por muy sociales y verdes que sean. Más bien, debemos confiar en nuestras propias fuerzas en todos los ámbitos de la vida. ¡Ante la crisis de vivienda: solidaridad de clase y resistencia colectiva!
Manifestación: ¡Otra ciudad es posible!, 25.05.2024, 14 h, Museo Nacional de Zúrich (Landesmuseum)